Xavi verbalizó su marcha. Y explicó con pelos y señales la razón por la que no acabará su carrera en el Barcelona. El de Terrassa entiende que es el momento porque ha perdido trascendencia en los planes del entrenador. "Cuando todos hacéis vuestras apuestas de la alineación yo no salgo en ella". Sería, es, la razón principal. No la única, pero todo lo demás ha venido tras ello.
El capitán se marcha a Qatar, con un contrato de dos temporadas en el Al-Sadd que, sin mejorarle las condiciones económicas que disfruta en el Barça, sí le ofrece un proyecto que engloba a su familia, a sus hermanos y que ha sido definitivo en su decisión. Futbolista con el ADN azulgrana en la sangre, se diría que únicamente sus más cercanos tienen más peso que el club de su vida. Y viendo que todos ellos estarán a su lado, en este nuevo proyecto que le ofrece la Academia Aspire, la decisión ha sido más fácil.
"He hecho bien en quedarme un año más pero no estoy teniendo los minutos que querría. Me siento útil y es el momento de cambiar de aires", sentenció Xavi, quien admitió que tiene "una conversación pendiente con Guardiola", explicó que ya ha hablado "con Raúl" y destacó que a fin de cuentas "me he sentido una pieza muy importante durante todos estos años".
Existieron Milla y Guardiola, pasó De la Peña, le acompañó Iniesta, se sumó Busquets, después Sergi Roberto o Rafinha y alumbra, dicen, Samper. Pero Xavi Hernández, 764 partidos oficiales desde 1998, se ha ganado la consideración unánime de ser el 'guardián de las esencias' de la filosofía íntima de este Barcelona que creció a partir de la idea que nació en 1988 con la llegada de Johan Cruyff y fue actualizándose a través de Van Gaal, de Rijkaard y Guardiola, con quien alcanzó el clímax deportivo.
"El Barça ha ganado con la misma filosofía de hace 30 años", proclamó el capitán, avisando de alguna manera ante el futuro inmediato y dando a entender su acuerdo íntimo con Guardiola, quien sentenció que el club azulgrana debe mantenerse fiel a la idea que le catapultó a lo más alto, por encima de los títulos.
A Xavi le brillaron los ojos en la rueda de prensa más multitudinaria de su vida en la ciudad deportiva del Barça. Sonrió cuando su mirada se cruzó con muchos de esos periodistas con los que ha compartido estos 17 años en el primer equipo azulgrana. "Es una mezcla de sentimientos. He pasado días difíciles porque me asalta la nostalgia", reconoció. Porque, como dijo Guardiola, "Xavi no es del Barça; Xavi es el Barça".
Claro en su discurso, no le tembló el pulso cuando se le preguntó por Casillas. "Me parece muy injusto lo que está ocurriendo con Iker", proclamó el catalán, quien mantiene desde siempre una relación muy estrecha con el portero del Real Madrid, a quien no dudó en llamar cuando la guerra entre el Barça de Pep y el Madrid de Mourinho amenazó con enfrentar a los jugadores en la mismísima selección española.
"No soy un bombero", bromeó este jueves cuando se le inquirió por su papel pacificador entre Luis Enrique y Messi pero sin negar que con el paso de los años su trascendencia en el vestuario fue aumentando en la misma medida que ha perdido peso en el campo.
Ironías del destino, primero se marchó el portero (Víctor Valdés), después lo hizo el escudo (Carles Puyol) y ahora lo hará la idea (Xavi). "Pero el Barça seguirá. Cuando lo dejó Víctor se habló mucho y el equipo salió adelante. Y ahora pasará lo mismo", enfatizó el centrocampista, tan presumido de sus números y su palmarés como poco amigo de colocarse en el centro del escenario.
La idea, el concepto, el grupo, el colectivo, siempre fueron para él lo principal. "Me resultará extraño no ver a Messi cuando levante la cabeza en el campo... Como me resultará extraño no ver a Iniesta, a Piqué... a todos", reconoció con una sonrisa nerviosa, consciente de que se le escapa el tiempo de las manos y que su historia en el Barça, como futbolista, está muy cercano a su final.
A Xavi no se le deben contabilizar esos 23 títulos (que pueden ser 25) en 17 temporadas de permanencia en la primera plantilla del Barcelona. Porque él jugó en los campos adyacentes al Miniestadi con 11 años, fue infantil, cadete y juvenil. Antes que profesional fue un niño que disfrutó y lloró con y por el Barça y en el momento de la despedida es tan justo como obligado colocarle en el lugar que merece.
La claridad de sus ideas se vio cuando descubrió que no hace demasiadas semanas Josep María Bartomeu le presentó una oferta para prolongar dos años más su contrato, hasta 2018, con el objeto de hacerle olvidar su idea de Qatar. "Pero le dije que la decisión ya estaba tomada", dijo un Xavi que sin quererlo demostró que solamente hay una cosa por encima de este escudo: su familia.
Hace muchos años, allá por el 2002, cuando el club atravesaba momentos muy convulsos y su figura era, sí, discutida, llegó a su casa una oferta del Milan. La sopesó con su familia, llegó a imaginarse en San Siro... Y su madre la rechazó de plano. Por ella siguió en el Barcelona "y ahora le tuve que ocultar esa propuesta de renovación del club para no tener que discutir más en casa", bromeó, o no, dando cuenta que si él lleva impreso el ADN del Barça, su familia, con su madre al frente, lo portan en la piel y el corazón.
Xavi se marcha. Pero lo hace avisando en silencio de lo que espera que ocurra en adelante. Porque aunque él no esté, la idea debe permanecer fiel en el Camp Nou.
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